Las últimas semanas hemos pasado de la conmoción, a la inquietud, al dolor y a la ira, por las noticias amarillistas, la inquietud de no saber el paradero una persona, el dolor de encontrarla sin vida, y la ira de las propuestas para restructurar a la institución policial (aquí cabe la chistosa propuesta de demoler y construir edificios con enfoque de género, esto en palabras del presidente) pero también nos queda dudas y cuestionamientos, ¿es la verdad la que nos cuentan? ¿la cuerda se rompe por el lado más débil? ¿Qué secretos oculta el castillo de Grayskull? ¿es la forma correcta de formar (no al 100% de los policías) a quienes dirigirán la Policía Nacional?

A lo mejor muchas personas criticarán mis palabras, pero habrá también quienes den fe que lo que escriba, será con conocimiento de causa y será la voz de quienes dentro de la institución policial no lo pueden hacer (por las persecuciones a la que acostumbran a realizar).

Dos líneas primeras a comprender, dos escuelas diferentes, dos formaciones diferentes, dos grupos de estudiantes con adoctrinamiento diferente, dos grupos de policías con beneficios y obligaciones diferentes, y por último, una brecha que conforme pasa el tiempo se hace cada vez más grande hasta el punto del elitismo.

Parte de estas diferencias están en la formación y donde la reciben, para el primer grupo (el lado más débil de la cuerda) instalaciones improvisadas, con servicios básicos deficientes, con servicios de alimentación que ha dejado mucho que decir (y que hemos ya escuchado casos de corrupción que no han sido investigados por que los dirigen los del otro grupo).

Del otro grupo de estudiantes en formación (que rompen la cuerda por el lado más débil), con privilegios, con mejores instalaciones (que ahora quieren demoler y construir otras mejores como premio al silencio) y con adoctrinamiento diferente (la de no delatar).

Aunque el cuestionamiento parece sencillo, el análisis es preocupante. Este segundo grupo que se forma en la Escuela Superior de Policía, serán quienes en algún momento regente la institución policial, o preguntemos al ex ministro y al actual, dónde hicieron su proceso de formación. Serán ellos quienes mopolizarán todo el poder de dirección de los departamentos investigativos, preventivos y de inteligencia de la institución. Serán ellos quienes estarán al frente del ISSPOL (que tiene problemas financieros, por las noticias que hemos visto en los últimos tiempos). Serán ellos quienes tendrán la oportunidad de llegar a fungir como Comandante General de la Policía Nacional, y posterior a monopolizar nuevamente el poder desde el Ministerio (como sucede actualmente).

Hemos enfocado nuevamente la mirada a un solo grupo (el anterior) y nos olvidamos del primero (el lado débil de la cuerda), pero el más importante en la seguridad.

Aunque malo el ejemplo (y que parece chiste compararse con un rey), no podemos olvidar que sin el pueblo no hay rey, y con la lógica de ese ejemplo: ¿es el rey el que sale a las amanecidas?, ¿es el rey que conoce las necesidad de los compañeros policías en las UPC? ¿en la lucha (guerra contra la inseguridad) se llevan las coronas y medallas?

¿Qué pasa con el reconocimiento a quienes trabajan día y noche por la seguridad? Estadísticamente (esto debería responder la institución) son ellos quienes acaparan los cursos y capacitaciones en el exterior.

Aunque lamentable, pero el hecho sucedido hace varias semanas (que no lo quiero nombrar), nos pone a reflexionar si este modelo de formación, elección y sucesión de cargos para quienes dirigen la institución policial es el correcto.

Hemos escuchado también que el porcentaje de confianza en la institución policial ha decrecido, sin embargo, las encuestas no siempre reflejan una realidad; en esta realidad, tengo que decir, que confiamos en los policías (hombres y mujeres) que ponen el pecho a las balas, que trabajan de día y de noche, que no descansan ante el sol canicular, todos confiamos en ellos, pero dudamos de quienes la dirigen (con su doctrina de no delatar). Es la oportunidad para que una nueva policía de estructure, no parches para contento ciudadano; sino que quienes en algún momento regenten la institución venga del trabajo en las calles, que el proceso de ascenso venga en función de sus conocimientos (y no de la forma elitista de su ingreso), que los cursos de capacitación (internos y externos) sean otorgados para los servidores policiales técnicos operativos (clases), y por último que la brecha de remuneración tenga un estudio técnico y no visceral.

En definitiva, nos quedan más dudas que respuestas, ¿vendrán verdaderos cambios? ¿algún día un policía técnico operativo lo dejarán liderar la institución policial? ¿cambiaremos la doctrina de no delatar de la escuela superior? ¿Qué secretos más están ocultos en el castillo de Grayskull para que lo quieren demoler? ¿a quienes callaron de denunciar y defender a una mujer los premiaremos con mejores instalaciones? ¿Qué otras acciones irónicas escucharemos después?